La creatividad y los talentos.

No soy especialista en inteligencia ni neurociencia pero de lo que he podido estudiar, trabajar, presenciar y aprender, todo cerebro sano tiene capacidades creativas pero al hablar de inteligencia elevamos la creatividad a poder ser capaces de elegir correctamente las metas, los procesos, de adaptar los conocimientos, gestionar las emociones y sobretodo, lograr, alcanzar y concretar.

Por lo tanto creo que el talento es algo que se encuentra al final de la educación y rara vez al principio. Y es que lo que hace el cerebro desde que se nace es reestructurarse, asimilarse y gestionarse dentro de su propio elemento apoyado en los estímulos y acciones exteriores.

Se habla de varias etapas de aprendizaje, ahora una nueva, potencialmente expuesta a nuevas inquietudes, tecnologías y trastornos de los 13 a los 18 años. Pero poco conocemos de lo que está viviendo el cerebro en esas edades, físicamente lo que está pasando y es cuando los adolescentes aprender realmente a “conducirlo” a una súper velocidad. Por eso es muy importante que cuando se aprende a “utilizarlo” las bases sean sólidas entendiendo y haciéndoles entender que son ellos lo que tendrán que definir, decidir y orientar su aprendizaje. Y ahí la educación y la creatividad juegan una parte muy importante en la balanza.

Por eso para mí hablar de motivar la educación es clave. Las cosas que nos motivan en las primeras infancias son pasarla bien, ser reconocidos o aceptados y ver un crecimiento o una mejora. Ahí es en dónde creo que tenemos que atar esos deseos con un sistema educativo creativo que lo fortalezca, lo impulse y sobretodo, los enganche. Y los que tenemos la increíble fortuna y responsabilidad de servir de guías en la educación creativa, tenemos que tener la sabiduría suficiente de poner en los niños tareas en las que sientan que triunfen, a través de un esfuerzo, un trabajo y una dedicación para que esa experiencia quiera repetirla, y ahí, la educación se convertirá en un aliado.

La capacidad creadora de los seres humanos siempre me ha fascinado, creo que nos lleva a poder solucionar muchísimas situaciones y al mismo tiempo generar nuevas problemáticas pero siempre con un punto propositivo o por lo menos que nos lleve a cuestionar y de ahí… más ideas y la interminable ola de pensamientos y la idea de la maravillosa y tan compleja INNOVACIÓN. Para hablar de innovación necesitamos demasiados espacios, pero la menciono para saber lo que es capaz de hacer la fuerza creativa intelectual.

Según la experta en creatividad y en altas capacidades, Violeta Agudín, «este tipo de pensamiento, el pensamiento divergente o creativo, tiene la capacidad de utilizar el pensamiento lateral poniendo la energía y las emociones en conseguir múltiples respuestas o soluciones a una misma idea. Es una forma de desarrollo de la creatividad y ayuda a desarrollar la inteligencia ejecutiva».

Además, cuenta Agudín, que el pensamiento divergente se caracteriza por mirar «desde diferentes perspectivas y encontrar más de una solución frente a un desafío o problema. Actúa removiendo supuestos, desarticulando esquemas, flexibilizando posiciones y produciendo nuevas conexiones».

La creatividad se aprende, como el que aprende a aprender. Es una herramienta necesaria en el desarrollo humano. Para los creativos, no existe una respuesta correcta. Es importante entrenar a los niños en este concepto para hacerles ver que no solo existe una única opción. Hay muchas soluciones para una sola pregunta. El elefante no es solo gris, no salirse de la raya mata la creatividad infantil, por eso no hay que tenerle miedo a lo diferente. Así es la vida también: imprecisa, cambiante e inexacta.

Los retos son una forma de aprendizaje, no un freno para los niños. Los primeros síntomas de la creatividad surgen por el simple hecho de querer crear ideas propias desarrollando la originalidad a través del juego.

Además de fomentar el interés por la creatividad, los profesionales y los padres somos figuras esenciales para desarrollar el pensamiento creativo de los niños. Debemos observar atentamente si en edades tempranas hay algún comportamiento que identifique esta materia. Debemos generar confianza y seguridad en nuestros pequeños para que puedan poner en marcha sus ideas, hablar en voz alta sobre ellas, sin miedo a equivocarse.

Y así ellos podrán después, potencializar sus talentos, sus verdaderas necesidades y aptitudes.

Por un mundo lleno de creativos libres y creando las soluciones que tanto necesitamos.